Al hablar de violencia, inmediatamente pensamos en aquellas conductas que nos infligen algún dolor físico; sin embargo, ésta va más allá de lo físico. La violencia es aquel poder o fuerza que se emplea contra otros, e incluso contra uno mismo, con la finalidad de causar algún daño físico o psicológico.
En la pareja, existen diferentes tipos de violencia que suelen ser ejercidos, como son:
- Violencia verbal. Es empleada para causar daño a través de un discurso hablado o escrito caracterizado por provocar malestar psicológico como ansiedad o baja autoestima; los insultos o adjetivos calificativos negativos son ejemplos de este tipo de violencia.
- Violencia física. Suele causar daño en el cuerpo de una persona o en sí mismo, produciendo dolor o sufrimiento; por ejemplo, arañazos, cachetadas, pellizcos, empujones, golpes, entre otros.
- Violencia económica. El agresor suele controlar todos los ingresos económicos dentro de la relación, sin importar quién haya adquirido esa ganancia; el vigilar todos los movimientos bancarios, proporcionar el dinero justo para el gasto diario, ni un peso más ni un peso menos, sólo por mencionar algunos.
- Violencia sexual. Se caracteriza por comportamientos o conductas que violentan afectando la esfera sexual de las personas; por ejemplo, manoseo, abuso sexual, acoso sexual, relaciones sexuales forzadas, entre otros.
En las relaciones de pareja que sufren de violencia se pueden apreciar estos tipos principalmente y son ejercidos con la finalidad de mantener el control de la misma o bien dominar sobre la pareja. Hay que considerar que cualquier relación de pareja es vulnerable a la violencia y es de vital importancia saber detectarla para evitar caer en una situación peligrosa.
Durante la evolución de la relación, se pueden desarrollar conductas violentas, que van desde pequeños empujones “de juego” hasta insultos que la pareja puede catalogar como comunes pero son hirientes. Estas conductas tienden a repetirse, en lo que se conoce como ciclo de la violencia y sus etapas son las siguientes:
- Tensión emocional. Es frecuente y mantiene al individuo con constante miedo, estrés o ansiedad.
- Agresión sin control. Agresión que se va acumulando al grado de llegar a conductas agraviantes de la salud, como golpes, insultos e incluso la muerte.
- Reconciliación. Se caracteriza por el arrepentimiento y la búsqueda del perdón por parte del agresor.
Es importante apuntar que la violencia suele incrementarse al repetir este ciclo y es recomendable buscar ayuda profesional para terminar con esta situación, de la que en ocasiones es complicado salir.
Viridiana Arriaga Arroyo
Psicoterapeuta de Hominum México